Los depósitos autoportantes son unas construcciones que constan de un pavimento sobre el que se levantan las estructuras de almacenamiento, las estanterías, por entre las que circulan las máquinas, que pueden ser de recorrido fijo o libre. Estos son los elementos principales que constituyen el interior de las instalaciones autoportantes y están resguardados –junto con la carga– por dos componentes que conforman, con todo lo anterior, el edificio como tal: la cubierta y el cerramiento.
- Para la realización de la cubierta de este tipo de depósitos se recurre con frecuencia al uso de paneles de acero atornillados o soldados a un armazón, que se fija a su vez a la superestructura de las estanterías. Este armazón puede estar construido en vertiente a una o dos aguas e incluso con un diseño plano, según las condiciones climatológicas del lugar.
- En cuanto a la cobertura lateral de estos edificios, su cerramiento se suele realizar por medio de paneles que pueden sujetarse de tres maneras distintas: o bien directamente a la estructura de las estanterías o bien por medio de un armazón intermedio acoplado a dicha estructura o, como tercera opción, sujetos a un armazón independiente.
También se puede recurrir a un cerramiento a base de muro de hormigón hasta una altura determinada. Con frecuencia se opta por esta posibilidad en las instalaciones con construcciones anexas que son utilizadas por los servicios auxiliares del depósito.
La elección de uno u otro sistema debe tomarse en función de diversos factores, como la altura del edificio, la fuerza del viento habitual en el lugar de la instalación, los factores térmicos y climatológicos propios de cada lugar, así como del material que deba emplearse en el revestimiento. Existen otros aspectos de relevancia que se refieren a la estructura e instalación del edificio en los depósitos autoportantes, pero son más propios de las disciplinas arquitectónicas que del diseño industrial.
Sistemas constructivos combinados
Es habitual que con estos sistemas autoportantes se construyan sólo las dependencias dedicadas al almacenaje. Las zonas anexas, tales como las de recepción, expedición, preparación de pedidos, etc., se suelen ubicar dentro de edificios de construcción convencional de poca altura, adosados a aquel.
Esta forma de actuar permite reducir costes, ya que el volumen cubierto por la construcción convencional es el estrictamente necesario.